miércoles, octubre 01, 2008

La Reforma integral de la educación media

Reforma integral de la educación media superior.
Desarrollo del modelo de Competencias.

México está sumido en una de las peores crisis de toda su historia. Los problemas, graves, azotan todas las áreas de la vida social: económica, política, cultural, educativa, ideológica y espiritual. El reto para resolver estos problemas es grande y requiere de soluciones coherentes, democráticas, comprometidas socialmente, participativas. Es en este panorama, planteado muy brevemente, en donde se inserta la denominada Reforma integral de la educación media superior.

Este nivel educativo ha sido descuidado por décadas y, en términos generales, padece falta de infraestructura, pocos recursos económicos, sobrepoblación estudiantil, docentes mal pagados, problemas con las plazas de trabajo, autoritarismo y falta de democracia sindical. Una reforma de verdad integral estaría avocada a resolver esta difícil problemática, pero en este caso no es así. Esto se debe a que no se trata de una reforma democrática en la cual participe ampliamente la base docente, con sus propuestas, desde abajo. Por el contario, se trata de una reforma vertical, antidemocrática, impuesta no sólo a nivel nacional, sino determinada en sus líneas más importantes, desde el exterior, por el Banco Mundial y uno de sus brazos: la OCDE.

Esta “Reforma integral” obedece a los planes del capitalismo transnacional, neoliberal, globalizador en la educación, y se impone a nivel mundial para responder a los intereses del nuevo nombre del imperialismo. En este sistema económico, la educación es concebida como una mercancía sujeta a las leyes del mercado, a las leyes de la oferta y la demanda. Ya no es un derecho de los ciudadanos, sino que se trata de un servicio que se privatiza cada vez más. Es un modelo educativo que no busca la formación integral del ser humano, porque esto no sirve a los grandes intereses del capital. Se trata de un modelo parcial, que no busca la formación completa de nuestros bachilleres técnicos, sino la capacitación de empleados obedientes, adaptados, acríticos, ahistóricos, pero eso sí: competentes.

Sin duda que cualquier sociedad requiere de profesionales competentes, que cuenten con los conocimientos, capacidades, actitudes y valores que lleven a término óptimo el trabajo, pero cómo lograrlo en México con nuestros estudiantes de educación media superior, cuando su currícula se ha visto mutilada por la falta de asignaturas como Historia, Metodología, Filosofía, entre otras, y una formación humanística, artística y cultural. Todo esto no interesa los grandes capitalistas, más bien les estorba.

El modelo educativo basado en competencias no responde a los intereses de nuestra sociedad ni va a venir a resolver los graves problemas en los que estamos inmersos porque es un modelo parcial, impuesto, limitado, incongruente. Ahora todos los docentes tienen que entrarle, ser “facilitadores”, como si todo su pasado pedagógico y didáctico ya no valiera; nos vienen a descubrir el hilo negro y el agua tibia, con que hay que prepararse para el cambio, para capacitarse toda la vida, como si el mundo educativo se hubiera inventado ayer, y toda nuestra historia académica no tuviera ya ningún valor; como si nunca se hubiera relaciionado con el trabajo concreto; plantear esto es definitivamente mentiroso y manipulador.

Reducir un modelo de bachillerato técnico a meras competencias es hacerle el guante a la medida a la iniciativa privada y al capital transnacional, formándole cuadros de futuros trabajadores “competentes”; debemos preguntarnos si eso es lo que necesita nuestro país. ¿Acaso no requiere más bien de jóvenes formados de manera integral, y por supuesto competentes, pero no sólo para la iniciativa privada sino para los cuadros de servicio público, organizaciones no gubernamentales y en general para la sociedad civil?

En los datos que la OCDE proporciona estamos en los últimos lugares en todas las valoraciones, y esto es porque a parte del enorme atraso que tenemos en todas las áreas, también es porque se nos encajona en evaluaciones diseñadas para otros países, para otros contextos, y por tanto esos resultados no son tan objetivos como se pretende.

Ya metidos a fuerza en este terreno, debemos buscar por todos los medios que nuestro concepto y redacción de competencias para nuestros programas de estudio sea lo más completo posible, integral, que consideren competencias de tipo histórico, metodológico, crítico, teórico y social.

Se requiere que nuestros docentes lean, investiguen, que no se traguen ingenuamente el bajo nivel de capacitación que se les quiere impartir. Sólo de esta manera lograremos planear competencias de alto nivel, que respondan a la grave problemática educativa que padece la educación media superior. Se requiere también que las autoridades sean pacientes, que no quieran imponer una reforma en unos cuantos meses, sino que se planee bien, con responsabilidad, con participación docente.

Es necesario también ligar el concepto de competencias a marcos teóricos y a propuestas metodológicas diversas, no pretender que dicho concepto es unívoco o que existe una sola manera de comprenderlo. He escuchado por ahí que “para qué la teoría, es mucho rollo”. Debemos enfatizar que sin teoría ni aparato crítico no hay ciencia. A menos que la idea de fondo sea la de hacer una reforma sobre las rodillas o de plano con intereses meramente pragmatistas y para obedecer dictados extranjeros que no se preocupan por el bienestar de nuestros pueblos.

La perspectiva de las competencias desde la defensa de la educación pública es un paso fundamental y no debe ser descuidado. México tiene una enorme historia en el terreno pedagógico, desde los olmecas, toltecas, mayas, mexicas, hasta el periodo postrevolucionario de 1910, ¿cómo tirar al olvido esa riqueza? ¿Por qué sustituirla por modelos limitados y mutilantes de la inteligencia?

En síntesis, es necesario dejar de lado los modelos bancarios de la educación, dejar atrás los modelos limitativos de competencias y sustituirlos por otros enriquecidos con los aportes de nuestra historia, acordes a nuestro contexto y a nuestra problemática actual. En donde no sólo se piense en el modelo del gran capital transnacional y nacional, sino en enriquecer en todos los sentidos a las grandes masas populares de nuestra población y en particular a nuestros jóvenes.

La redacción técnica de las competencias no tiene mayor problema, lo verdaderamente esencial a ser considerado está en instrumentar en ellas, de manera muy amplia, los aspectos filosóficos, teóricos, metodológicos, críticos, históricos y contextuales; eso es lo fundamental.













Alfonso Franco Tiscareño
Docente de la Academia de Comunicación del Cetis 49
Xochimilco